Los expertos coinciden en sus pronósticos: se acerca el inicio de un ciclo significativo, posiblemente histórico, de actualización de PC, lo que en la industria se conoce como PC Refresh. Lejos de ser un problema, esta coyuntura debería ser vista por las compañías como una oportunidad y un momento para aprovechar. Revisemos por qué.
La actualización de PC ya está en marcha. Diversas organizaciones están renovando su infraestructura tecnológica para responder a entornos productivos cada vez más exigentes y para prepararse ante nuevos desafíos operativos, de seguridad y de compatibilidad. Se estima que más de 450 millones de usuarios aún operan con computadores que, por su antigüedad, deberán ser reemplazados en los próximos años. Esta renovación no solo es necesaria para mantener la eficiencia del sistema, sino también para reducir los riesgos ante amenazas informáticas.
Este requerimiento es incluso más crítico después de la pandemia, que transformó radicalmente el entorno productivo y acentuó la necesidad de fortalecer las estructuras de ciberseguridad para una fuerza laboral móvil y conectada. Y aún más crítico si pensamos en los usuarios corporativos, que manejan información sensible.
Mejoras que motivan el cambio
Son varias las razones que se agregan a este momento de cambio de dispositivos. El desarrollo de nuevos software y herramientas de productividad impulsados por la IA está generando una mayor demanda de hardware capaz de soportar estas funciones. En este sentido, los equipos con nuevos procesadores, como los Intel Core Ultra, se están posicionando para cumplir con estos requisitos. Sumados a la plataforma Intel vPro, podrían demostrar ser esenciales para la adopción de la IA empresarial.
Además, al ejecutar cargas de trabajo directamente en el dispositivo, los PC con IA reducen la dependencia del procesamiento en la nube y disminuyen la latencia. Esto permite que las aplicaciones funcionen de forma más fluida, sin necesidad de enviar datos a servidores remotos, lo que habilita un trabajo fuera de línea más eficiente y seguro.
Este procesamiento en el dispositivo está diseñado, además, para acelerar la finalización de tareas, aumentar la eficiencia y mejorar la experiencia del usuario. En otras palabras: todos ganamos.
Y como si fuera poco, los recientes ciberataques e interrupciones generalizadas, como la vulnerabilidad de CrowdStrike en julio de 2024, han puesto de manifiesto las limitaciones de las estrategias que consisten, básicamente, en confiar solo en soluciones de seguridad basadas en software. La seguridad basada en hardware –integrada directamente en el silicio– se presenta como una defensa más robusta contra los ciberataques.
Oportunidad de eficiencia y productividad
El momento, entonces, marca una oportunidad significativa para los fabricantes de PC y proveedores de tecnología basada en Windows. Y más allá de negocio, el que podría ser uno de los ciclos de actualización de computadores más grandes de la historia reciente –incluso mayor que el aumento causado por el COVID-19, que en 2020 cambió los requisitos de trabajo y aprendizaje remotos– podría probar ser una revolución silenciosa. Un instante que demuestra que la renovación de la infraestructura de cómputo personal ha dejado de ser una mera consideración presupuestaria para convertirse en una necesidad estratégica de primer orden.
También es una declaración de cómo la obsolescencia tecnológica no es un concepto abstracto, sino que se manifiesta en la ralentización de los sistemas, en la incompatibilidad con software moderno, en vulnerabilidades de seguridad crecientes y, en última instancia, en una merma significativa de la productividad.
A comienzos de año en Las Vegas, el Consumer Electronics Show (CES) 2025 puso de manifiesto el ritmo vertiginoso de la innovación en el ámbito del cómputo empresarial. La actualización de la plataforma Intel vPro de la más reciente generación no es solo un avance técnico: se trata de una declaración de intenciones de la industria sobre el futuro del trabajo.
Las nuevas arquitecturas, optimizadas para la inteligencia artificial y la seguridad integrada, ofrecen un salto cualitativo en rendimiento, eficiencia energética y capacidades de gestión remota. Ignorar estas mejoras es permitirse quedar rezagado en una carrera donde la tecnología es el principal motor.
En Colombia, como en el resto del mundo, las empresas se encuentran en una encrucijada. La inercia de mantener una infraestructura tecnológica obsoleta puede parecer una opción económica a corto plazo, pero, a la larga, representa un lastre que limita la capacidad de crecimiento, la competitividad y la seguridad. En un entorno empresarial donde la agilidad y la eficiencia son la moneda de cambio, aferrarse a equipos vetustos es como intentar competir hoy en la Fórmula 1 con un Renault 4.
La pandemia nos enseñó la importancia de un ecosistema digital robusto y flexible. Cinco años después, la renovación de los PC no es solo una actualización, sino una inversión en el futuro de las empresas, en la productividad de los empleados y en la seguridad de la información.