El espectro radioeléctrico es la sangre que impulsa a las redes inalámbricas. Dentro de los diferentes tipos de servicios inalámbricos, es el servicio celular el que reina como más importante a nivel global. No obstante, el proceso de asignar espectro radioeléctrico en América Latina ha sido asimétrico, lleno de promesas incumplidas y numerosos atrasos. El resultado es una región llena de asimetrías con mercados muy avanzados en la limpieza y asignación de espectro, mientras otras apenas superan el uso de bandas asignadas durante el siglo pasado.

También es importante señalar que no todas las frecuencias de espectro radioeléctrico son idénticas. Pero si se puede afirmar que dentro del rango de frecuencias adjudicadas para servicios móviles son las bandas de espectro radioeléctrico por debajo de 1 GHz, como las bandas de 600 MHz y 700 MHz, las que son fundamentales para expandir la conectividad móvil en América Latina. Estas frecuencias, debido a sus excelentes características de propagación, permiten cubrir grandes extensiones geográficas con menos estaciones base y ofrecen una penetración efectiva en interiores, lo cual es esencial en una región caracterizada por vastas zonas rurales, áreas urbanas densas y una infraestructura digital desigual.

De todas formas, la importancia de asignar frecuencias bajas de espectro radioeléctrico en América Latina no puede subestimarse. Desde los agronegocios en Argentina hasta comunidades indígenas en la Amazonía, estas bandas habilitan servicios que serían imposibles de implementar mediante redes fijas o bandas de frecuencia más altas. La banda de 700 MHz, el dividendo digital original, surgió precisamente de la transición de la televisión analógica a la Televisión Digital Terrestre (TDT), liberando valioso espectro para servicios de banda ancha móvil.

El avance en la región

Si se exceptúan territorios no independientes y otras jurisdicciones que son parte integral de algún país europeo, el primer país de la región en concluir su migración hacia la TDT en 2015 fue México (la concluye antes que Estados Unidos), pero la banda de 700 MHz fue asignada por el gobierno a una iniciativa público-privada que nace de la reforma constitucional de junio de 2013.

La creación de una red compartida que actualmente comercializa servicios mayoristas bajo la marca Altán en el país azteca. Altán desde su lanzamiento ha logrado albergar más de 120 operadores móviles virtuales (OMV) convirtiendo a México en el principal mercado para este modelo de negocios en toda América Latina, superando a mercados que ya contaban con una ley habilitadora de OMV como Chile (2005), Brasil (2010).

Sin embargo, en lo relacionado con la asignación de espectro en 700 MHz, Brasil es un ejemplo paradigmático. Su agencia reguladora ANATEL subastó esta frecuencia en 2014, después de rigurosas pruebas de interferencia y coordinación con radiodifusores. No obstante, la subasta se efectuó antes de la limpieza de la banda ya que el apagón analógico se iría completando de forma progresiva hasta 2019 donde la banda queda libre y los operadores, Vivo, Claro y TIM, finalmente pueden lanzar servicios de LTE (4G). Claro que la limpieza de la banda significó una inversión de alrededor de US$ 1.100 millones por parte de los concesionarios de 700 MHz.

Asimismo, esta asignación de espectro impuso obligaciones de cobertura, garantizando mejoras reales en la infraestructura de red, particularmente en regiones desatendidas. Este enfoque híbrido, que combinó ofertas económicas con compromisos de cobertura, permitió alinear los objetivos públicos con las inversiones privadas.

En Chile, el modelo fue distinto, mediante un concurso de belleza, el Estado priorizó la calidad técnica y la inclusión territorial sobre la recaudación. Gracias a ello, se garantizó conectividad en zonas rurales y en más de 500 escuelas públicas. Mientras que en Colombia, el proceso ha sido más lento. Inicialmente planeada para agosto de 2013, la asignación de 700 MHz fue parte de la subasta híbrida realizada por el Ministerio TIC en 2019.

Emulando lo hecho en Brasil, en la subasta colombiana se combinaron ofertas económicas con compromisos sociales de cobertura, beneficiando a más de 3.600 localidades con acceso móvil. Además, las licencias pasaron a tener una duración de 20 años, lo que según los operadores sirvió para aumentar la certidumbre jurídica y fomentar las inversiones a largo plazo. Aunque en este último punto la llegada de la pandemia de COVID-19 hizo replantear los tiempos de inversión de los distintos operadores del país.

A pesar de estos avances, muchas naciones latinoamericanas aún enfrentan obstáculos. El apagón analógico, condición necesaria para liberar la banda de 700 MHz, ha sido pospuesto constantemente en varios países debido a complicaciones logísticas, impacto de la pandemia y el poco ánimo de los gobiernos de enfrentarse a los operadores de televisión. Perú y Paraguay, por ejemplo, prevén completar el proceso recién hacia 2027 y 2029 respectivamente. Por otro lado, la falta de armonización entre esquemas de canalización, como el uso del plan estadounidense por parte de Bolivia frente al APT en países vecinos, ha sido tema de coordinación internacional para minimizar interferencias transfronterizas.

Mientras ya la mayoría de los países latinoamericanos han definido qué hacer con la banda de 700 MHz, el próximo paso es limpiar y asignar la banda de 600 MHz, conocida como el segundo dividendo digital. Aunque aún está mayoritariamente destinada a la radiodifusión, países como Estados Unidos y México ya la han liberado para servicios móviles. Colombia y Argentina han expresado interés, aunque sus planes siguen en elaboración. Esta banda ofrece incluso mayor cobertura que la de 700 MHz, lo que la convierte en ideal para conectar regiones remotas donde las redes fijas no son viables. Su uso podría cerrar significativamente la brecha digital en zonas como la Amazonía, el Altiplano o la Patagonia.

Redes 5G

A medida que la economía digital se acelera, la asignación estratégica y la liberación de estas bandas se vuelven cruciales no solo para la continuidad del 4G, sino también para el despliegue de redes 5G en todo el continente. El primer y único mercado latinoamericano en utilizar la banda de 600 MHz para ofrecer servicio móvil fue Puerto Rico, donde los operadores la comenzaron a utilizar para comercializar servicios 5G.

Precisamente, en este caribeño se pudo observar por primera vez en la región la complementariedad de las bandas bajas con las milimétricas pues las estrategias iniciales de lanzamiento de 5G presentaban a un operador centrado en cobertura con 600 MHz y experimentando velocidades que no diferenciaban al 5G de los servicios de 4G. Otro operador centró sus esfuerzos en 28 GHz mostrando una mejoría importante en las velocidades de conexión, pero con cobertura bastante limitada lo que hacia imposible mantener un buen servicio para peatones o quienes se movilizaban dentro de un vehículo.

La lección es clara, el espectro bajo es importante para dar cobertura, pero si el objetivo es ofrecer altas velocidades de transmisión de datos, como se promete con 5G, las asignaciones de espectro por debajo de 1 GHz tienen que estar acompañadas con bloques de espectro en bandas media y altas. De lo contrario, se ofrecerá un 5G cojo que no puede cumplir con los servicios que dicta sus características técnicas.

La pregunta que esta condición crea es muy simple: ¿cuándo estará preparado el mercado para este tipo de servicio? La respuesta es la que determinará el esfuerzo que coloquen los prestadores de servicio móvil en modernizar sus redes y la rapidez del despliegue de la nueva tecnología.

No obstante, la realidad latinoamericana es que desde Argentina hasta México existen muchas administraciones que no han podido asignar las bandas de espectro radioeléctrico que en las décadas de los ochenta y noventa del siglo pasado se utilizaban para introducir el servicio celular en los diferentes países de la región. Lo mismo ha sucedido con frecuencias un poco más altas como las PCS o las AWS, enfocadas en un principio la digitalizar servicios por medio de 2G e impulsar el crecimiento del uso de datos por 3G, respectivamente.

Esto no debe ser sorpresa para quienes trabajan en el sector. La realidad es simple, tenemos una gran asimetría en la asignación de espectro a través de la región, con países como Brasil superando los 2000 MHz asignados en distintas frecuencias mientras que Panamá apenas ronda los 200 MHz. Aunque es cierto que se deben considerar otros factores, como, por ejemplo, la cantidad de tráfico se genera y termina en una misma localidad para entender cuáles son las necesidades reales que cada operador pueda tener de este activo, no se puede negar que la baja asignación de este recurso llega a tener consecuencias negativas para el sano desarrollo de telecomunicaciones.

Para liberar todo el potencial del espectro, tanto en bandas bajas como en frecuencias más altas, América Latina necesita un enfoque estratégico y coordinado. Parte del mismo ya se lleva a cabo en la Comisión Interamericana de Telecomunicaciones (CITEL), pero la realidad es que no siempre en las reuniones de esta entidad participan activamente todos los gobiernos de la región. Dígase de otra forma, existen mecanismos para establecer una mejor coordinación regional pero muchos gobiernos simplemente parecen no contar con el tiempo o recursos disponibles para activamente estar participando de estos esfuerzos.

La lista de pendientes es muy diversa a través de la región, sin embargo, hay algunos temas que se vuelven imperativos. Por ejemplo, acelerar el apagón analógico en aquellos mercados que ni siquiera lo han comenzado, adoptar planes de canalización armonizados, y diseñar procesos de asignación que equilibren recaudación con cobertura. También es imperativo escuchar a quienes finalmente estarán utilizando el espectro radioeléctrico para identificar objetivos comunes y la mejor forma de abordarlos.

No hay duda de que los precios que se ha intentado cobrar por frecuencias de espectro radioeléctrico muchas veces no coinciden con su valor real, pero tampoco impongamos la idea de que si se entrega gratuitamente inmediatamente se incrementará exponencialmente de número de interesados en participar del proceso de entrega. Será entonces cuestión de saber cuáles son las otras condiciones para cumplirse las que determinarán cuantas empresas finalmente participan, cuánto dinero está dispuesta a invertir y dentro que periodo de tiempo.

Entre estas condiciones veremos reglas de administración de espectro, estado de la infraestructura civil, disponibilidad de capital de los interesados, poder adquisitivo de la población y obviamente agresividad comercial de los participantes. El espectro radioeléctrico es la sangre del servicio celular, pero no es el único elemento que decide si se hace o no la inversión. Por tal razón es que es tan importante el dialogo de todos los actores de la industria, de lo contrario, muchos gobiernos regionales continuarán acumulando espectro limpio para uso de IMT sin poder asignarlo.

 

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